jueves, 18 de octubre de 2007

OPINIÓN

Así lo creo…
VAMOS A ASUMIR LA RESPONSABILIDAD
Jesús Alberto Barrios R.
La reforma constitucional, de llegar a ser aprobada, tendría serias consecuencias políticas, sociales y económicas sobre el país. Venezuela estaría en una situación de ilegitimidad. La reforma del artículo 337 de la Constitución facultaría al presidente a suspender el debido proceso y la información durante los períodos excepcionales, no solo trastoca el contenido de lo propuesto por el presidente que ya de por sí viola la constitución, puesto que lo que corresponde es la convocatoria a una Asamblea constituyente, sino que la reforma del mencionado artículo, uniforma el contenido, los mensajes, deforma los valores y principios de la democracia y la pluralidad. De tal manera que la Asamblea nacional al incorporar nuevos cambios dirigidos a un modelo de sociedad socialista, nos enmarca en un cuadro absolutamente totalitario. Están preparando la desmovilización del país a través de la persecución de la disidencia y la intimidación mediante un Estado policial. Ahora si es verdad, se profundiza el fraude porque el parlamento nacional engaña al pueblo en cuanto a la extensión de la modificación constitucional, haciéndosele creer que se está actuando dentro de parámetros jurídicos. Claro, en la Asamblea Nacional solo se pretende complacer al líder y no al ciudadano. El parlamento no actúa como tal, es decir, no persigue el diálogo, ni el consenso, la verdadera consulta ni auspicia un encuentro entre los venezolanos para hacer una Constitución de todo un país. No, nada de eso. El “parlamentarismo de calle” es pura demagogia comunicacional y politiquería. Nos llevan nariceados en este proceso de modificación constitucional impuesto. No cabe lugar a dudas, el proyecto de reforma constitucional cierra el círculo de las iniciativas que ha llevado adelante el presidente desde 1999 para perpetuarse en el poder. Dentro del socialismo todo, fuera de él nada, es el objetivo de la reforma; para repetir, dentro de la Constitución todo, fuera de ella, nada. De esta manera la esencia plural de la vida humana, de la libertad, y por ende, de la democracia, habrían cedido por obra y gracia del marxismo y del partido único, si llega a término la reforma. Solo el autócrata o el partido de éste podrán hacer y pensar, para disponer a su real “saber y entender” y su arbitrio, sobre todos y cada uno de nosotros, sobre nuestros proyectos de vida, sobre nuestros bienes materiales o morales, sean pocos o muchos. A tenor de la modificación recién aprobada del artículo 337 de la Constitución, si se llegasen a suspender las garantías constitucionales, quedaran anulados o en suspenso los derechos humanos al debido proceso y a la información. Dicho de otra manera, si a usted lo detiene un miliciano y se lo lleva a la cárcel por contrarrevolucionario, no tendrá derecho a juez alguno y la prensa, radio y televisión no podrán informar. Se dependerá de un miliciano cualquiera. Con el agravante que ahora los miembros del G-2 cubano, que acompañó a Fidel Castro durante el último medio siglo, sosteniéndolo a contrapelo de la voluntad popular, se mudó a Venezuela, instalándose en todos los sectores de la vida nacional. Son la inteligencia cubana, quienes ocupan nuestro suelo y con fuerza cuidan la reforma y entrenan a más de 300.000 milicianos como huestes de la revolución. Vamos hacia una reforma potencialmente generadora de nuevas violaciones a las garantías fundamentales. La suspensión del derecho a la información durante los estados de excepción no solo contraría el espíritu de la Constitución sino que también viola tratados internacionales de Derechos Humanos firmados por Venezuela, los cuales obligan a las autoridades a profundizar en el disfrute de las garantías fundamentales y les prohíbe restringirlas. La solo idea de someter a referéndum la pérdida de derechos, es inadmisible. No hay nadie en el campo de la disidencia que piense que la Constitución, de aprobarse, no sería una violación de derechos y garantías; posición que comparten sectores importantes del chavismo. Mientras esto ocurre, en la oposición hay un debate sobre la manera de afrontar el nuevo zarpazo del caudillo militar. Un grupo dirigente cree que hay que participar para votar por el NO, mientras que otro sector piensa que la mejor opción es la abstención. Lo cierto es que todas las encuestas nacionales están registrando, por primera vez en mucho tiempo, que la gente se atreve a mostrar mayoritariamente sur rechazo a la reforma. Por eso es necesario hacer rápidamente gestiones de unidad nacional por el bien de Venezuela. La experiencia nos enseña que en la unidad está la victoria. Todavía es posible asumir la responsabilidad.
jesusalbertob@hotmail.com

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